A gatillo limpio
Un hombre y una mujer jóvenes que pudieron haber sido algo en la vida, pero que se habían quedado poco menos que nada, estaba ocurriéndoles algo muy chocante hallándose a muchas millas de distancia el uno del otro. No se conocían, pero no tardarían en conocerse en circunstancias muy dramáticas.
El hombre, Spen Lentz, en Develan, cerró los ojos al verse ante el espejo de la barbería donde le estaban afeitando. Cada vez que se sentaba en una barbería hacía lo mismo, simulando quedar dormido.
Spen no conocía nada tan desagradable ni insubstancial como la palabrería de los barberos. Se sabía de memoria todos estos comienzos de conversaciones de los barberos que conocía.
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