La última senda
El crepúsculo de cierto día de verano, hace de eso muchos años, cubría de suaves sombras el desierto valle del Ohio, causando intensa ansiedad a un viajero que seguía el solitario camino a lo largo del río. Había esperado llegar aquella noche al Fuerte Henry con sus compañeros, terminando de esa manera su largo, duro y peligroso viaje por las comarcas desiertas; pero el crepúsculo, que rápidamente se extendía sobre la tierra, impuso la necesidad de interrumpir la marcha. El estrecho camino, flanqueado por el bosque, ya difícil de seguir en pleno día, llevaba aparentemente a unos oscuros pasos sin salida. Su guía habíale abandonado aquella mañana, con la excusa de que sus servicios ya no eran necesarios, su carrera era de nuevo en la frontera, y en conjunto la situación le producía vivas inquietudes.
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