El espíritu de la frontera
-Nelly, me estoy encariñando mucho con usted.
-Así debe ser, señor Joe, si al decirlo muchas veces lo convierte en verdad.
La muchacha hablaba con sencillez, desprovista del todo de su característica picardía.
Las travesuras, las sonrisas burlonas y pizpiretas y un dejo de coquetería habían parecido cosa natural en Nelly, pero aquel tono grave y aquella mirada casi triste desconcertaba a Joe.
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