El valle de los caballos salvajes
El Panhandle era una amplia extensión de tierra purpúrea, sin cercar y azotada por los vientos. Bill Smith, el ganadero, erigió en ella una choza y miró hacia el porvenir con ojos llenos de esperanza. Cierto día, cuando se hallaba arando tan lejos de su casa que apenas podía ver la casa -que había abandonado aquella mañana temerosamente a causa de un acontecimiento que esperaba sucediera-, observó que su esposa Margaret se dirigía hacia él a lo largo del borde del campo roturado. La mujer llevaba aquel día la comida a su marido, a pesar de las órdenes que éste le había dado en contra. Bill dejó las riendas del caballo sobre la manilla del arado y se acercó a su esposa, que se detuvo fatigada, y se sentó junto al límite de la tierra removida, oscura y fértil, y de la línea de hierba amarillenta. Bill se proponía regañar a su mujer por haberle llevado la comida, pero resultó que le llevaba algo más: ¡un hijo!
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