La marca roja
La mesa puesta para los convidados a la boda. Pero la desgracia impidió que hubiera banquete. Poco después de la ceremonia moría el novio. La recién casada contemplaba el cadáver de su esposo sin poder dar crédito a lo que estaba viendo.
Con una entereza extraordinaria besó el cadáver caliente aún.
El doctor, que se abría paso entre los sorprendidos invitados, se inclinó hacia el joven y, al incorporarse, comentó:
-Hace tiempo le dije que debía cuidarse. Le envié a un especialista de la capital y no me hizo caso. Le ha matado la emoción del acto que se ha celebrado. Su corazón no lo ha resistido.
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