El caballo de hierro
A mediados del siglo pasado, arrancaba del amplio Missouri, turbulento y ocre entre sus verdeante márgenes, un camino que, siguiendo sus meandros, se internaba por millas y más millas en las hermosas praderas de Nebraska, desviándose luego hacia el Oeste por las ondulantes llanuras, con sus cañadas, sus lomas, sus interminables hileras de álamos hasta una vasta región de más accidentado suelo, Wyoming, donde las manadas de búfalos se apacentaban, el lobo reinaba supremo y la fogata del trampero alzaba su azulina espiral sobre algún riachuelo.
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