El cuchillo fatídico
Era una noche lluviosa de noviembre en pleno bosque. El viento gemía en los pinos y susurraba entre el follaje. Una lluvia menuda se cernía por entre las juntas del techo de troncos de la cabaña. Pero el alegre fuego de leños que ardía en la chimenea, daba al interior de la choza un aspecto casi confortable, y las llamas se reflejaban en los rostros de los hombres sentados alrededor de la lumbre. Una olla con café humeaba sobre las ascuas, y en un horno cuya puerta estaba abierta, se veían galletas muy tostadas ya. En el aire flotaba, con el humo, el olor suculento de la carne asada. Los hombres, sin embargo, estaban ahora fumando cigarros o en sus pipas; evidentemente acababan de cenar.
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