Prendida en sus propias redes
Lucy Watson abandonaba su casa con profundo pesar. Durante largo rato contempló con los ojos anegados en llanto aquel hogar desierto. Sin embargo, aquella tristeza, más que por las circunstancias presentes, procedía de sucesos pasados; el recuerdo de los tiempos en que vivía su madre y la fuga de su hermana menor con un cowboy... ¡La fuga de Clara había sido el último golpe!
A la muerte de su madre, Lucy permaneció en casa con la esperanza de que podría evitar que su hermana siguiese el camino de sus familiares. Desde niña, cuando todavía iba al colegio, habíase sentido hondamente acongojada por ser la hija del dueño de un saloon; y ante semejante oprobio, habíase forjado el ideal de elevarse por encima de aquella situación vergonzosa en que la colocaron las circunstancias desde su nacimiento.
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