La estampida
Los vientos otoñales hacía largo tiempo que habían mecido la hierba en el valle de las tierras altas y el aliento del Norte matizó los árboles que bordeaban el ondulante cauce del río, los purpúreos y dorados tonos llameaban, magníficos, a la luz del sol matinal.
Los pájaros y los animales de aquella abierta tierra del Norte, impulsados por el instinto, emprendían el camino del Sur. El graznido de los patos silvestres resonaba en aquellas soledades y pasaban con frecuencia las rápidas bandadas de aquellos heraldos del invierno, cuyas siluetas se recortaban, claras y precisas, sobre el azul del cielo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario