Sendas en la arena
El cañón con sus centelleantes paredes, oscuras como el ébano en el lado de las sombras, doradas donde abrasaba el sol del desierto, concedía algún alivio al calor, si no de la vista del infernal e ilimitado arenal... Arenas que se levantaban con el viento, formando nubes que se hinchaban como olas en un mar plateado, con una sucesión de dunas hermosas, místicas, que apuntaban a las frías alturas azules.... escalera de arena, traidora y atrayentes.
Ruth Larey se acomodó en su asiento del coche y apartó la vista de la entrada del cañón, a través de la cual el desierto parecía burlarse de ella.
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