Vendo cadáver en buen uso
El hombre entró en el saloon.
Era un joven de aspecto atractivo y, desde luego, había motivos para que las mujeres se fijasen en él. Además vestía con elegancia y con esa distinción de los que pueden permitírselo todo.
Pero, si se le miraba bien, saltaban a la vista una serie de detalles desagradables. Por ejemplo su expresión achulada, que parecía estar perdonando la vida continuamente a los que miraba. Por ejemplo su revólver con cachas de oro en la culata, que eran una pura exhibición. Por ejemplo la brusquedad con que ordenaba las cosas más corrientes, como si todos fueran sus criados.
No hay comentarios:
Publicar un comentario