Camino de orcas
Los ojos de Harold Henderson brillaban de orgullo.
Siguió con atención creciente el embarque de las reses y luego volvióse hacia su hijo, que estaba a su lado, y exclamó:
-¡Me da un poco de pena verlas marchar, Dan! ¿No te ocurre igual a ti?
-Sí, padre -repuso-. Casi las conozco a todas. Y, aunque te cause risa, es como si despidiera a alguien de la familia. Hemos vivido a su lado, las hemos visto crecer y desarrollarse, y hemos estado atentos a sus enfermedades, hemos vigilado su peso. ¿No es eso lo que quieres decir, padre?
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