La muerte llega al final
En Silver City, Nuevo México, no sólo imperaba la violencia.
Sus ciudadanos no desaprovechaban la ocasión de celebrar fiestas en el aspecto particular y oficial también.
Gente alegre la de Silver City, acostumbrada a oír los estampidos de las armas a cualquier hora del día o de la noche.
Corría el mes de junio de 1878. El día de San Antonio era muy celebrado en la ciudad, que crecía rápidamente. Cada vez había más gente en las calles y junto a la zona de edificaciones de madera proliferaban ya las construcciones de ladrillo con vistosos tejados rojos.
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