La diligencia estaba llegando a Cumberland Oaks, en las tierras altas de Arizona. El mayoral gritó:
-Señores... ¡descansamos una horaaa...!
Los "señores" se empezaron a despertar en el interior del vehículo. Eran una pandilla de indeseables, de piojosos y de truhanes, por lo cual eso de oírse tratar como unos caballeros les impresionó de verdad. El que estaba junto a la ventanilla se frotó los ojos, miró el paisaje y gruñó:
-Eh, chicos, mirad... Es un sitio estupendo, con hotel, comedores y bar por todo lo alto. A lo mejor hay hasta tías.
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