Póker de sangre
El primer carruaje llegó al caer la noche justamente.
Era el primero de una serie de ellos que, brevemente, pararon ante el edificio de piedra con fachada porticada, al viejo estilo europeo, en pleno Barrio Latino de Nueva Orleans.
Cada uno de los coches depositó en tierra a un viajero. Y cada uno de ellos, escoltado por dos o tres hombres armados hasta los dientes, cruzaron la breve distancia hasta la puerta de acceso a la mansión, guardada asimismo por varios individuos provistos de rifle.
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