El último de los Sutter
El hombre saltó a tierra, desde la silla de su caballo, al alcanzar el viejo edificio pintado de blanco en la calle principal de Batton Plain. Eraun hotel de mala nota, uno de esos sitios donde los hombres honrados no suelen entrar y ante los cuales las viejas se persignan.
Aquel hombre era joven, decidido y fuerte. Iba muy bien vestido, magníficamente armado y tenía en los labios una leve mueca despectiva.
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