Huyendo del destino
Abrió los ojos con espanto el director del banco al verse encañonado por dos enormes pistolones.
-¡En marcha...! Ya verá como la próxima vez trata con más respeto a sus semejantes.
Al decir esto clavó en la espalda de Frank uno de aquellos largos pistolones y le obligó a caminar.
Poco después quedaba bajo la custodia de varios agentes.
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