El camino del infierno
En alto el sable, Bill Johnson, junto a una de las piezas artilleras que hacían fuego contra un destacamento del Norte, terminó de rechazar, con los pocos hombres a sus órdenes, al grupo de enemigos que, a la desesperada, intentaban apoderarse del cañón.
Por las sienes del cabo se deslizaban gruesas gotas de sudor. El uniforme roto, sucio de sangre, evidenciaba la dureza de la lucha. Era la cuarta vez que peleaba cuerpo a cuerpo en apenas media hora.
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