Calibre 44
A medida que se acercaban al Lost Pass, Kent Randall empezó a dar señales de preocupación.
Se volvía a menudo en su silla de montar, para estudiar la marcha de la larga reata de mulas que se extendía detrás suyo.
Quince animales cargados al máximo, conducidos por cinco hombres y escoltados por otros cinco, fuertemente armados y montados en excelentes caballos.
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