miércoles, 8 de julio de 2020

Marcial Lafuente Estefanía

Bala por bala

No es el momento de hacer un estudio, difícil siempre, sobre el placer morboso de la multitud ante la desgracia ajena.
Una verdadera muchedumbre saltaba gozosa y amenazadora profiriendo insultos soeces contra un joven que, emplumado, era conducido a las afueras de la ciudad, rodeado de antorchas.
Fue costumbre que costó desplazar de algunas regiones del Oeste emplumar a los considerados como ventajistas, y consistía en despojar de toda roña a la víctima elegida y embadurnarla con una especie de alquitrán natural, caliente. Sobre esta pasta cauterizante se pegaban plumas, dándole un aspecto infraumano.

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