El valle del dolor
La cosa había empezado del modo más estúpido.
Sólo porque él no quiso beber.
Esto desencadenó un terremoto que hizo astillas un par de mesas, derribó una estantería repleta de botellas y un hombre voló por encima del mostrador empotrándose de cabeza en el espejo.
Todo ello provocó un estrépito de mil diablos, con los cristales saltando en todas direcciones y los dos individuos zurrándose con entusiasmo.
Finalmente, el más joven logró atrapar al otro por un brazo. Lo volteó girando como una peonza y cuando el aturdido bravucón se elevó por la fuerza de los giros lo soltó.
El hombre realizó un asombroso vuelo planeado que le llevó por encima de la gente hasta la pared más lejana del bar. Allí había una ventana contra la que el corpachón se estrelló.
Hubo como una explosión, un estallido de la cristalera y hombre y ventana desaparecieron para aterrizar aparatosamente en medio de la calle...
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