sábado, 18 de enero de 2014

Lou Carrigan

Tren a Texas

El jinete entró en Cedar Town llevando tras él otro caballo, que transportaba en su lomo un gran bulto, envuelto en una lona. Pero no del todo envuelto, ya que a cada lado del caballo se veían los dos pies de un hombre. A poco que se pensase, era fácil llegar a la conclusión respecto a qué significaban aquellos pies.
A buen seguro, nadie en Cedar Town dejó de comprender que en el segundo caballo iban dos muertos, cruzados sobre la silla, cada uno con la cabeza a un lado. No era un espectáculo alegre. La gente se volvía para mirar al jinete, pero éste no parecía ver a nadie. Iba a lo suyo, que es lo sensato y conveniente siempre.

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