Con el Colt preparado
El jinete detuvo su marcha en la cima de la pequeña colina.
-¡Wyoming! -exclamó-. Más de mil kilómetros desde El Paso.
La muchacha rubia, desgreñada y sudorosa que le acompañaba, murmuró con desgana:
-¿Crees que servirá de algo?
-¡Rossie! -exclamó él con una dulce sonrisa-. Me han echado de demasiadas ciudades, y me prometí interiormente que esto no volvería a ocurrir. Me lo debo a mí mismo y te lo debo a ti.
-Me lo has prometido demasiadas veces, Max. Perdona si no me impresionan tus palabras.
-Ahora será distinto, Rossie. No tendrás queja de mí.
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