Shark pidió venganza
Los dedos desgarraron la tela roja.
La muchacha gritó agudamente, echando a correr. Jirones de su blusa llamativa quedaron en los dedos fuertes y velludos del hombre.
Unas risotadas acompañaron la fuga estéril de la joven. La correa trenzada del látigo restalló en el aire, culebreando en pos de ella, y alcanzándola en sus recias posaderas, encima de la amplia falda. Aun con esa protección, la mujer chilló, sin duda dolorida.
No hay comentarios:
Publicar un comentario